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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

19 de marzo de 2018

La vida siempre accidentada del abuelo materno del General Calixto García Íñiguez

Por: Evelyn Hernández Cobas



Don Miguel José Íñiguez y León, (1787-1847), primogénito del matrimonio de don Ignacio Iñiguez Gil y doña Ana Luisa de León y López, y abuelo materno del Mayor General Calixto García Iñiguez,  heredó las tradiciones comerciales de sus padres, pero no la mayor fortuna.

En los documentos notariales de Holguín, Cuba, su nombre aparece constantemente relacionado con litigios que le dan mala fama.

En el año de 1812, con sólo 25 años de su edad, se le encuentra involucrado en la compra-venta de solares y colgadizos que le aportaron grandes ganancias. Pero en ese mismo año realiza una "protesta" con el objeto de conservar su crédito y honorabilidad. El asunto fue que no pudo pagar a don José García la suma de 200.00 pesos, exponiendo el deudor que la causa fue que lo apresó en alta mar un corsario francés y, obviamente, le había robado la mercancía.

Dos años después, exactamente el 30 de septiembre de 1814, se le encuentra vinculado al negocio de venta de ropas que traía desde Santiago de Cuba. Al parecer destinaba las ganancias que obtenía a saldar sus numerosas deudas.[1]

En 1815 aparece nuevamente acusado, esta vez por don Isidro Leyva, de no pagarle la suma de 270.00 pesos. Miguel José dijo que no lo había hecho porque había perdido el dinero[2].

Sin embargo lo anterior, fue considerado uno de los comerciantes de más renombre en la jurisdicción de Holguín, junto a José G. Cubero, Antonio Fernández, Demetrio Pitaluga y José M. Delgado, que formaban la élite en la comercialización del tabaco. Miguel José se mantuvo en el negocio hasta después de 1836.

La investigación documental hecha a su figura sirvió, además, para comprobar que don Miguel José llevó a cabo protestas contra las autoridades competentes y contra sus socios de la Palma, Vionello y Compañía por daños y perjuicios de la mercancía, causada por la demora en la venta de 200 quintales del producto al Comisario de Guerra don Rafael García[3]y de 100 quintales a don Jaime Santi[4].

Miguel José, como mismo su padre, sostenía negocios y tenía una casa de vivienda en la Villa de Santiago de Cuba, adonde viajaba desde Holguín constantemente. Suponemos que en una de esas estancias en Santiago fue cuando conoció a María Mercedes, hija legítima de don Luis Landín y doña Gertrudis Moreno, matrimonio dominicano establecido en Santiago de Cuba[5]

 El 13 de Mayo de 1815 don Ignacio Íñiguez Gil firmó el documento en que aprobaba el matrimonio de su hijo con María Mercedes. El casamiento se celebró en Santiago de Cuba, pero el novio no pudo asistir alegando que se lo impedían sus muchas ocupaciones. Para que lo representara en la ceremonia que se celebró el 21 de junio de 1815 en la parroquia La Santísima Trinidad de Santiago de Cuba, Miguel José dio poder en 16 de mayo de ese año  al escribano público de Santiago de Cuba,don Antonio Aguilera. El acto de casamiento lo celebró el Presbítero don José María de Herrera y Moya ante los testigos don Manuel Hernández, doña María Josefa Asencio y don Luis del Valle.[6]

Casado y con su esposa residiendo en Holguín, Miguel José continúo con sus negocios; el 10 de Marzo de 1819 adquirió un colgadizo en la calle Santa Bárbara de 25 varas de frente por 20 de fondo. Esa información nos permite asegurar que continuaba sus gestiones mercantiles entre ambas villas (Holguín-Santiago de Cuba).

Con dinero suficiente en sus bolsillos, y con su acostumbrada astucia y experiencia comercial, Miguel José vislumbró que la expansión urbana de la ciudad de Holguín iba a tomar fuerza, por lo que compró propiedades y terrenos con situación geográfica ventajosa a bajos precios.

Una de sus compras de entonces (1828), fue un solar y colgadizo, con veinticinco varas de frente y treinta de fondo, que lindaba por ambos lados con las fábricas de don Manuel Moner y don Miguel Fernández en un precio de 1000 pesos[7].

Antes realizó dos escrituras de compras y una de venta. Una fue la adquisición en 182.00 pesos del colgadizo de madera y tejascon cuarto de embarrado y pozo de trece varas y media de frente y treintaidós tres cuartos de fondo con sus entradas y salidas, situado en la calle San Miguel[8]. (Esa propiedad la vendió en 18 de marzo de 1828, sin que conozcamos el valor de dicha venta). Y así, igual, compró una casa que poseía diecisiete cuartas de frente con treintaidós y medio de fondo, situada en la calle San Basilio, villa de Santiago de Cuba, que lindaba por el norte con calle en medio y casa de don Alfonso Gómez, por el sur con el solar del Presbítero Pío Plano, por el este con colgadizo de doña Dolores Céspedes y por el oeste con casa de doña Luisa Ferrer.[9]

Incursionó, también, en actividades relacionadas con la explotación minera invirtiendo capital en sociedad con don Felipe Quintana; pero la empresa no fructificó y, se conoce, que para el año de 1831 nada más había podido pagar 107 pesos y 3 ½ reales y no los 50.00 pesos establecidos por cada barra; por ese motivo Miguel José se vio en la obligación de suspender los trabajos hasta tanto no se cancelara la deuda[10].

Participó, como era costumbre de su época, en la compra-venta de esclavos: el 10 de Junio de 1836 vendió un mulato criollo de 11 años llamado Domingo a don José Grave de Peralta en un valor de 200 pesos[11]y posteriormente vendió dos esclavos criollos llamados José Martín y Manuel en 350 pesos y 400 pesos respectivamente[12].

Mientras ocurría lo antes narrado, en 1836 se produjo en España el nombrado por la historia como Motín de la Granja, un alzamiento militar que obligó a la Regente María Cristina a proclamar la Constitución de 1812, dándole el poder al Partido Progresista. En Cuba, esa revuelta encontró un rápido apoyo en el General Manuel Lorenzo, Gobernador de Santiago de Cuba. Este puso en vigor medidas como: libertad de prensa, elecciones municipales y formación de milicias.

En la villa de San Isidoro de Holguín se juró la Constitución el 19 de Noviembre de 1836, celebrándose el acontecimiento con fiestas populares de tres días, según dejó dicho el historiador José A. García Castañeda.

Hasta la villa de Jiguaní llegaron, también, los festejos Constitucionales, involucrándose en ellos el Teniente Gobernador. Posteriormente, cuando los monárquicos regresaron al poder, el Teniente Gobernador de Jiguaní fue depuesto, sustituyéndole el vecino de San Isidoro de Holguín, don Raimundo Mármol. Este llevó a aquel pueblo a varios amigos suyos de Holguín, a quienes nombró en cargos públicos; uno de ellos fue don Miguel José Íñiguez, que ocupó el cargo de Escribano Público para atender cuestiones judiciales y extrajudiciales. También Miguel José se desempeñó entre 1844 y 1845como Alcalde Ordinario de Jiguaní en Primera Elección[13]. (Era ese un cargo que se otorgaba a vecinos honrados y capacitados, ello le propició altas potestades dentro del Cabildo que presidía, y obviamente, también posibilidades para hacer negocios, entre ellos adquirir grandes y buenas extensiones de tierra entre los años 1836-1837).

Sin embargo, una persona que se dedicaba a tales actividades comerciales y financieras, estaban expuestas a confrontar dificultades podían generar causa judicial; en el caso de don Miguel José Íñiguez esos litigios se reiteraron más de lo común, por lo que cabe preguntarse hasta qué punto eso afectó su prestigio.

Uno de los sucesos ocurrió en 1836 en la villa de San Isidoro. Un grupo de personas, encabezadas por don Rafael de la Cruz Becerra y doña María de los Santos Proenzainiciaron una "Protesta" contra don Miguel José alegando que este nada más les había pagado 111.00 y 7 reales de la suma de 3162.00 que les debía. (Por cierto, la notificación se le hizo llegar a la única hija de Miguel José, doña Lucía Íñiguez, que se encontraba en Jiguaní. Ella declaró que su padre no se encontraba en aquella Villa por una causa criminal que le seguían y que en la casa vivienda de la familia nada más estaba la hija y su madre, doña María Mercedes Landín[14].

Situación similar ocurrió en 25 de Agosto del año 1837; el comerciante don Manuel Aramendi estableció otra "Protesta" contra don Miguel José por otro endose de vale, comunicándoselo a su hija, quien atestiguó por la "ley de verbo" que su padre se hallaba ausente, que ella desconocía donde residía y que su señora madre estaba en la Villa de Cuba[15].

Entre uno y otro litigio, don Miguel José continuó en sus varios negocios, uno de ellos la venta de esclavos. El 24 de septiembre de 1838 vendió a don Miguel de Aguilera un negro bozal ladino (natural de África y sin conocer el idioma castellano), llamado Lorenzo, de 30 años de edad, en un precio de 300 pesos. Y en 1839 dio carta de libertad a una negrita de 5 años después que la madre de ella le dio 100 pesos[16].

Y en un caso semejante al anterior, en 1841 dio carta de libertad a un negrito esclavo de 15 años de edad, después que aquel le entregó 400 pesos.

Las ventas de esclavos le reportaron a Miguel José la cifra total de 1750.00 pesos[17].

Alternandosus negocios en Holguín, Jiguaní y Santiago de Cuba continuó don Miguel José Iñiguez hasta el fin de sus días, hecho sucedido en San Isidoro de Holguín el 24 de junio de 1847, cuando había cumplido 60 años de su edad, (la causa fue una afección cardiaca).

En el momento de su muerte, Miguel José no había dejado testamento, lo que es un detalle inusual en su tiempo, más cuando poseía suficientes conocimientos por los cargos que desempeñó y en el medio en que desarrolló gran parte de su vida; por eso los que lo estudian se preguntan si es que él no esperaba morir a tan temprana edad.

Al desaparecer físicamente dejó un capital ascendente a 21 187.00 pesos, y también solares, colgadizos, haciendas, tejares, esclavos, casas y animales. (Ello nos permite asegurar que se trató de exitoso comerciante que creo un nivel de riqueza bastante elevado para el contexto de la región oriental de Cuba).
 


[1]Archivo Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1814; Tomo 1, Folios 95 y 96.

[2]Archivo Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1836; Tomo 1, Folios 211 y 211 vuelta.

[3]Archivo Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1836; Tomo 1, Folios 212 y 212 vuelta.

[4]Archivo Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1836; Tomo 1,  Folios 211 y 211 vuelta.

[5]Archivo Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1815; Tomo 1, Folios 49 y 49 vuelta.

[6]Archivo Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1815; Tomo 1,  Folios 51 y 51 vuelta.

[7]Archivo Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1828; Tomo 1,  Folios 36 y 37.

[8]Ídem

[9] Ídem

[10]Archivo Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Años 1836-1837, Tomo 1, Folio 113 y 113 vuelta.

[11]Archivo Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Años 1836-1837, Tomo 1, Folio 106.

[12]Archivo Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Años 1836-1837, Tomo 1, Folio 113 y 113 vuelta.

[13]Archivo Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1854; Tomo 1,  Folio 213.

[14]Archivo Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Años 1836-1837; Tomo 1,  Folios 135 vuelta y 136.

[15]Archivo Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Años 1837; Tomo 1,  Folio 139.

[16]Archivo Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Años 1838-1839; Tomo 1, Folio 138.


[17]Archivo Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Años 1844-1845, Tomo 1, Folio 76.


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